Los accesorios para el bebé, su historia y su desarrollo
Movidos por la necesidad y seducidos por las modas, rodeamos a nuestros bebés de una gran variedad de objetos. Algunos de ellos, indispensables durante los primeros años, han existido desde hace siglos y han sufrido numerosas metamorfosis antes de convertirse en lo que conocemos.
Los accesorios que acaban poblando nuestro día a día
La naturaleza es sabia ya que, antes de ser niños, nuestros hijos son bebés. No quiere decir que los niños no sean adorables y encantadores, pero imagínate tener que vivir de repente con una personita que lo rompe todo, que come con los dedos o que se tira al suelo y grita si no satisfacemos sus deseos inmediatamente. Afortunadamente, dispones de un año aproximadamente para conocer a tu hijo. A los niños a esa edad les gusta cooperar y, además, hay un gran número de objetos, llamados material de pediatria, que te van a servir de gran ayuda para la educación del niño en sus primeros años de vida. Pero... ¿cómo definimos un objeto de pediatria?. Podríamos decir que es "cualquier producto destinado a facilitar el asiento, la alimentación, la higiene, el sueño y la succión de los niños menores de cuatro años".
Algunos padres se conforman con los objetos imprescindibles, mientras que otros prefieren vivir en una verdadera cueva de Alí Babá. Por un lado, tenemos los grandes clásicos, que suelen remontarse al pasado; y por el otro, todo tipo de inventos modernos, que suelen ser efímeros.
La silla para comer
Es un clásico que todo el mundo tiene y que ayuda a los bebés a empezar a comer como los adultos. Sin embargo, en sus inicios no era una silla alta. En el siglo XVI, a los bebés que ya tenían edad para sentarse se les colocaba sobre sillas bajas, una serie de cajas más o menos decoradas que contaban con una tabla sobre la que el niño jugaba. En el siglo XVII, se aumentó la altura de las sillas para comer y se generalizó su uso. Sin embargo, el niño corría el riesgo de caerse, así que se les protegía la cabeza con una gorrito acolchado. Hoy en día, la silla para comer permite sujetar al niño y está diseñada para ser lo más estable posible. Además, ha dejado de ser de madera maciza y, en la actualidad, se fabrica con plástico normalmente.
Moverse por casa
¿Qué hacer con los pequeños en casa, cuando ya nos hemos cansado de llevarlos en brazos pero aún no pueden desplazarse solos? En el siglo XVI, se paseaba a los niños en cochecitos de interior. En el siglo XVIII, se ponía al niño en una andadera, que era una cesta de mimbre que en ocasiones tenía un hueco para meter un trozo de pan. Las piernas del niño quedaban al descubierto y en la cabeza se le ponía un casco de protección. ¡Nada que envidiar a los artículos de pediatria modernos! Sin embargo, las opiniones al respecto ya estaban divididas. Algunos médicos aconsejaban dejar a los más pequeños sobre una manta para que se pudieran mover a su antojo.
Algunos aparatos singulares, precursores de los modernos gimnasios, se usaban para favorecer la postura recta y enseñarles a andar: carruseles, correpasillos y caballitos. Otros han sido sustituidos por aparatos insólitos: artículos ergonómicos, como las "hamacas" para el bebé, que se han convertido en pufs a la última moda, y que se balancean como si el bebé estuviera aún en el vientre materno. Algunos incluso vienen con música. También están las mantas de juegos con base rotativa que permiten al bebé desarrollar sus capacidades al mismo tiempo que fortalecen su musculatura.
Desplazarse en el exterior
El carrito, un objeto al que todos los padres deben acostumbrarse. Desde principios del siglo XIX, se aconseja pasear al bebé todos los días. Consecuentemente, fue en aquella época en que se hizo necesario inventar un medio de transporte más práctico que las carretas tiradas por perros o ponis.
En 1840 se creó en Inglaterra la primera fábrica de cochecitos para niños y, unos años más tarde, la reina Victoria compró tres coches para sus hijos. Hoy en día, a los bebés se les impulsa, no se les arrastra. Los primeros cochecitos tenían tres ruedas y el bebé iba sentado. Llevar uno era signo de poder económico. En 1880 apareció el primer cochecito que permitía llevar al bebé acostado. Era una cuna de mimbre a la que se le habían añadido unas ruedas y un chasis. A principios del siglo XX, se fueron sofisticando cada vez más: cochecitos convertibles en cuna, en carrito, en trineo o en sube y baja, con una silla plegada integrada para la niñera, etc.
En los años 20, la prioridad era la seguridad y la comodidad: se aumentó la profundidad para evitar caídas, las ruedas se acortaron y dejaron de ser de madera, cuero o mimbre para empezar a fabricarse con acero, siguiendo el diseño de los coches. El acero permitió fabricar en serie un producto de calidad y a precios más asequibles.
En la actualidad, los carritos, ya sean de tres o cuatro ruedas, se adaptan a todos los terrenos, se pliegan y no ocupan nada, sirven de carrito de la compra, etc. Las cunas portátiles se despliegan automáticamente al sacarlas de la bolsa y las sillitas para el coche disponen de cilindros hidráulicos que permiten adoptar tantas posiciones como la silla del dentista.
El orinal: todo un clásico
En todo lo relativo a los orinales, la pediatria occidental, muy concienciada con el tema, se ha caracterizado por su capacidad imaginativa. Ya en el siglo XVII empezaron a fabricarse sillitas para bebés con un agujero para el orinal o en forma de mecedora. En ocasiones, contaban con una apertura en el respaldo por la que se introducía una teja caliente para que el niño no tuviera frío. Hoy en día, los orinales parecen juguetes. Hay algunos, último modelo, con sensores infrarrojos que hacen sonar una melodía cuando cae "algo".
¿Desarrollo sostenible o última tecnología?
Los objetos de pediatria también van en consonancia con el desarrollo sostenible. Podemos encontrar muebles ecológicos, algodoncitos ecológicos o de bambú, pañales lavables de tela, etc. Además, algunos de estos objetos son tan resistentes que no se estropean. Suelen dejarse prestados, regalarse, cambiarse o revenderse en tiendas de segunda mano o por Internet. La venta de productos de ocasión también es práctica habitual entre las grandes marcas especializadas en pediatria.
El universo de los bebés, como el de todo el mundo, no es ajeno a la innovación ni a los nuevos conceptos. El abanico de posibilidades es tan amplio como el mercado de la pediatria. La gama de interlocutores permite transformar el salón en un centro de vigilancia gracias a una cámara de vídeo que funciona a oscuras, o hay modelos más sofisticados que emiten un rayo luminoso tranquilizador y que, además, cuentan con una selección de canciones de cuna e indican la temperatura ambiente. Por si fuera poco, está el buscapeluches electrónico, el sacaleche electrónico, la bolsa-peluche que se calienta en el microondas, etc. Como innovaciones estrambóticas, cabe destacar el saquito de dormir antiestrés, que absorbe la electricidad estática que rodea al niño, o el plato que promete eliminar las bacterias gracias a iones de plata. ¿De dónde sacarán los niños la idea de que los objetos ordinarios son mágicos?
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