Viajar con bebés
Antes de su nacimiento, no pasabas nunca quieta, siempre con ganas de ir de aquí para allá, de ver lugares desconocidos, cerca de casa o en la otra punta del mundo. Ahora desearías no tener que poner freno a tus ansias de viajar, pero sabes que, con los niños es una auténtica proeza.
Viajar por casa
Normalmente, el motivo que nos impulsa a viajar es, precisamente, este deseo de hacer algo diferente. Por si aún no te habías dado cuenta, el niño ya tiene afición a viajar. Casi todo lo que lo rodea es nuevo y es precisamente por eso que los platitos de cocina y los rollos de papel higiénico despiertan tanto interés para él. Él aún no ha terminado de explorar la casa. Le llaman la atención los enchufes, las puertas de los armarios, los cajones, etc. Te sorprenderá ver con qué atención son capaces de fijar la vista en una miga de pan, una moneda o cualquier otro objeto minúsculo, que irá a parar indefectiblemente a su boca. Su viaje alrededor de la casa es, para ellos, una verdadera expedición.
La noción del tiempo cuando viajas
No contentos con explorar nuevos espacios, ahora vamos a desafiar al tiempo. Todos sabemos que la noción del tiempo es muy diferente cuando viajas. ¿Esto no te recuerda algo? ¿En serio? ¿No ves algunos puntos en común con los viajes que realizas todos los días con tu hijo? Sales de viaje con tu hijo, siempre en movimiento, en una novedad continua. Vas a vivir el presente con tal intensidad que perderás la noción del tiempo.
Ya estás más o menos preparada para viajar con él, sin que necesariamente esto implique una organización y una metodología rigurosas como las que siguen los astronautas. La preparación del viaje debe de estar allí, pero tiene que estar preparada para responder a los peligros, rodeos y desviaciones que puedan surgir.
Para no perder el Norte. Consejos prácticos de supervivencia.
Por carretera
¿Están preparados para viajar en automóvil con un niño pequeño? Si ya sabe hablar, vas a escuchar un disco rayado que va repitiendo constantemente "mamá" cada cuatro segundos, ocasionalmente con tono in crescendo con un nivel acústico comparable al de un avión a reacción. Así, mentalízate de que vas a tener que parar a menudo. Pueden turnarse al volante, estirar las piernas o ir al baño. ¡Sal siempre con tiempo! Al amanecer, antes de que salga el sol, es un buen momento. Lógicamente, no disfrutarás tanto del paisaje, pero te asegurarás de que los niños estén dormidos durante la primera parte del viaje. Lleva sólo los objetos que realmente necesitas: comida y ropa. Si no es el primer viaje que hacen, seguro que el asiento de atrás y la sillita del bebé están ya llenos de migas de galletas...
En avión
El viaje en avión es todavía más complicado. Antes de embarcar, tienes que pasar varios controles. Ese día, no te pongas esa falda que lleva el cinturón incorporado, porque hará pitar el detector de metales. Así te ahorrarás una incómoda revisión mientras el bebé duerme tranquilamente en tus brazos. Además, tienes que estar pendiente de su hermanito o hermanita mayor. Si en el equipaje de mano llevas algún líquido, es mejor que vaya claramente identificado como un producto para bebés. Así lo podrás pasar por el control sin problemas, siempre que el envase sea de 100 ml como máximo. Una alternativa menos frecuente es que el agente del control de seguridad nos pida que bebamos un poco del líquido para cerciorarse de que no es peligroso. Si no caes fulminada en unos segundos, es que no hay peligro. De todos modos, en el momento de la reserva o 24 horas antes del vuelo, es recomendable indicar que viajas con niños pequeños. De esta manera, los pequeños podrán disfrutar de un menú adaptado a sus gustos y a sus necesidades.
Además, podrás embarcar antes que los demás pasajeros. Antes de facturar, infórmate si podrás subir el cochecito a cabina o tiene que ir en la bodega del avión. Algunas compañías aéreas no permiten subirlo, pero te prestarán uno hasta que embarquen.
Ya en vuelo, y por el mismo precio, disfrutarás de las miradas recriminadoras de algunos pasajeros poco amigos de los niños, que suelen ser menos tolerantes en clase business que en clase turista. Si el niño se pone a gritar, háblale, acúnalo o cántale una canción. También puedes probar a darle el pecho, si aún mama. Si no, prueba a darle algún otro alimento (a partir de los 6 meses). Esto, de paso, le evitará molestias en los oídos por culpa de los cambios de presión al despegar o aterrizar. Durante el vuelo, es muy importante darle al niño de beber frecuentemente para que no se deshidrate. Si, por lo que sea, no consigues que se calme, llévatelo un momento al baño. Sostenlo frente al espejo y dile "¡hay otro niño aquí!" y haz ver que te marchas con él tranquilamente. Y si nada funciona, no pierdas los nervios. Piensa que no vas a volver a ver nunca más a los otros pasajeros del avión.
En tren
Aunque viajar en tren aunque parezca, más fácil, tiene su complicación si viajas con niños de 14-15 meses, porque los viajeros normalmente no serán tan tolerantes con tus hijos como lo eres tú, sobre todo cuando se empeñen en que quieren agarrar el reproductor de música del vecino, golpear el teclado de la computadora portátil del hombre de negocios de enfrente, o revolcarse y corretear por todo el vagón para acabar dándose cabezazos contra los asientos porque les hace gracia cómo rebotan.
Consejos prácticos de viaje
Tanto si viajas en tren como en avión, no olvides, sobre todo, los pañales y ropa cómoda y que abrigue. Vístete tú también de manera cómoda. Lleva pantalones con bolsillos grandes, y lo mismo para el niño. Utiliza los bolsillos para poner ropa, un libro o un juguete. Puedes llevar también un chaleco con muchos bolsillos, que te servirán bien para guardar toallitas, un termómetro, medicinas, una cucharita, pañuelos, esparadrapo, bolsas de plástico para los pañales usados o la ropa que se moje o se ensucie, pañales, protector solar, etc.
Estás impaciente por mostrar tu hijo al mundo y el mundo a tu hijo
No te imaginas marcharte sin él, dejárselo a otras personas, pero te gustaría poder compartir este momento del viaje que hace la vida más interesante. Tu alegría es contagiosa y tu bebé funcionará como un imán. La gente se acercará espontáneamente y harás amigos de manera natural. Ya lo has comprobado paseando por el barrio o en el parque, cuando de repente se acerca una señora que no conoces de nada y se pone a hablar contigo. Es la magia de los bebés…