Enseñando colores con alimentos
A partir de los 6 meses de vida, el bebé comienza a recibir alimentos sólidos como complemento de la leche materna. Este período es ideal para aprender el gusto de cada uno los alimentos y puede ser, también, un espacio para enseñarle, por medio de ellos, los colores.
A partir de los 6 meses de vida, el bebé comienza a recibir alimentos sólidos como complemento de la leche materna. Este período es ideal para aprender el gusto de cada uno los alimentos y puede ser, también, un espacio para enseñarle, por medio de ellos, los colores.
Si bien el bebé puede distinguir, ahora, entre colores llamativos y otros más opacos, le tomará mucho más tiempo memorizarlos, por lo que el proceso de exposición repetida será de suma importancia.
La intensión será exponer al bebé, en primer lugar, a los colores primarios. Se iniciaría con el rojo, que es para ellos el color más llamativo, luego se continuaría con el azul y el amarillo y, una vez trabajados estos, se puede continuar con el resto de los colores.
En este sentido, por ejemplo, se puede trabajar el color rojo relacionándolo con la manzana o con la sandía y reforzar el nombre y el color mientras se le da la fruta al bebé.
Conforme el bebé vaya creciendo, se aconseja incorporarle alguna estrategia para que seleccione objetos rojos y para que deje sobre la mesa aquellas cosas que son de otro color. Para hacer esto, es importante conocer las habilidades ya desarrolladas por el bebé, con el propósito de no exigirlo demasiado.
En este sentido, se podría iniciar el trabajo con 2 opciones, una roja y otra, de otro color, por ejemplo, verde. La idea es que, posteriormente, se aumenten las opciones conforme las habilidades se vayan desarrollando.
Para reafirmar el nombre de los colores, es importante incluirlos siempre, es decir, cada vez que se hable con el bebé, por ejemplo:
- Vamos a comer manzana roja.
- Te voy a poner el saco azul.
La idea es extender la estimulación temprana a todas las actividades en las cuales se comparte con el bebé.
¡No olvides!
Durante el proceso de aprendizaje de los colores ‒que se puede extender durante todo el segundo año de vida‒ no conviene estar preguntándole de qué color son las cosas, ya que, por lo general, cuando el niño, en oportunidades repetidas no sabe la respuesta, la actividad le generará aburrimiento y perderá la atención.